Ayer, día 21 de marzo, se conmemoró el 366 aniversario del nacimiento de J.S. Bach. Para conmemorarlo el primer post de esta serie va a tratar sobre los ajustes de los intervalos para que suenen “bien” entre sí, la altura que tiene que tener cada nota dentro de un sistema, lo que comúnmente denominamos “afinación”, aplicado en este caso al maestro alemán.
La “afinación” -es decir, la consonancia de los intervalos y que suenen adecuadamente al gusto de cada época- es uno de los problemas que ha traído a los músicos y teóricos musicales muchos quebraderos de cabeza, sobre todo en los siglos pasados. El uso de una afinación u otra, o bien de sus variaciones, conocidas como temperamentos, hacían que su uso fuese más adecuado en unos instrumentos que en otros. Así, incluso hoy en día, los intérpretes de música antigua usamos diversos temperamentos y afinaciones según los instrumentos y repertorios a interpretar.
La “afinación” que hoy se usa de manera más extendida no es tal, sino que es un temperamento: aquél que da a todos los semitonos de la escala la misma longitud, que es 100 cents, unidad en que se mide esta distancia. Por tanto, una octava posee 1200 cents. Pero para llegar a este temperamento hubo muchos otros antes, que eran bastante cercanos a éste, pero no exactamente iguales en la distribución de cents en cada semitono.
Para tocar el repertorio de J.S. Bach en los instrumentos de tecla lo más adecuado es utilizar el mismo temperamento que él usaba y así percibir esta música como se concibió. Cierto es que este temperamento es muy similar al temperamento igual, pero creo que es necesario que los músicos, independientemente del instrumento que toquen, conozcan que no es sólo el temperamento igual el “único” y el “bueno” (y que el resto de estas afinaciones o temperamentos se deben a que el instrumento está desafinado -como los órganos históricos- o que el intérprete desafine mucho al tocar… Habría que incorporar otros conceptos, como el de diapasón, al que le pasa lo mismo que al de temperamento… Pero eso lo trataré otro día.
El Dr. Bradley Lehman, clavecinista, descubrió el temperamento de Bach, escrito en forma de garabatos en la portada de Das wohltemperierte Klavier (El clave bien temperado). Explica cómo, de las 25 notas necesarias dentro de una octava para tocar este conjunto de 2 ciclos de preludios y fugas (7 notas naturales, 7 con sostenidos, 7 con bemoles, 3 con dobles sostenidos y una con doble bemol), la imposibilidad de tenerlas hace que haya que llegar a un compromiso práctico para hacerlos sonar de forma “más o menos satisfactoria” en todas las tonalidades. Por eso J.S. Bach indicó mediante el dibujo de la portada de la parte superior de su obra cómo afinar de oído un instrumento de teclado con un método específico y desigual.
Toda la explicación puede leerse pinchando aquí.